La Desaparición de Linda Warren

Ya nadie lleva flores al panteón, el altar del mausoleo acumula polvo y silencio, sólo lo visitaba la familia Warren, llegado el momento siempre inoportuno, de sepultar otro cadáver rígido y frío en su interior. Ni siquiera el vigilante se pasea por aquel lugar, apartado del resto de las sepulturas. Las enredaderas se adueñan de las únicas brechas que concedieron algún día un vestigio de luz a sus lápidas. Sólo la muerte habita aquel lugar…

Y sin embargo la muerte prescindió de nuestros protagonistas. El grupo de investigadores evitó in extremis la pérdida de un compañero que llegó inconsciente al hospital más cercano con una “gravísima herida de animal salvaje” cruzándole el pecho. La misma herida en el vientre hubiera desparramado sus entrañas por el suelo. Nada de ello pasó, el equipo, resolutivo y cohesionado, desveló el secreto y respondió a todas sus incógnitas, sólo por esta vez.